La Carmen Rodriguez, al Parc de la Torrassa.
Cuando llegué
aquí en mayo del 2002, a pesar de las muchas dificultades que tuve,
estaba muy contenta del cambio. Pero pronto empecé a notar que algo
me sobraba o me faltaba, no sabía muy bien que era.
Con el tiempo
descubrí que lo que me faltaba era espacio y lo que me sobraba era
cemento y asfalto.
Por eso empecé
a buscar espacios abiertos, donde mis ojos no tuvieran algo cerca, y
lo encontré en el Parque de la Torrassa, muy cerca de
mi casa.
El Parque de la
Torrassa está situado en una zona privilegiada, tiene la entrada
principal por Torrente Gornal, y limita por una lado con las vías
del tren, y por el otro con las calles del Transformador, Albareda,
Ronda de la Torrassa, y al fondo del Parque, con la subestación de
Endesa.
Lo más
destacable del Parque es: la pista de baloncesto donde disfrutan
muchos jóvenes; el circuito para pasear, correr o hacer bicicleta;
la zona de tierra que ocupan los perros y el huerto urbano donde
diferentes asociaciones trabajan y que ahora tienen sembrado y
plantado una variedad de hortalizas y verduras tales como: ajos,
guisantes, rábanos, alcachofas, repollos, patatas, acelgas,
cebolletas, borraja, escarolas, brócoli y lechugas de diferentes
variedades como maravilla de verano, hoja de roble y romana.
También tienen
hierbas aromáticas como tomillo, romero y menta.
Por otro lado,
la zona de tierra tiene especies autóctonas como: chumberas,
almendros, higueras, cañaverales y algarrobos, que dan un toque
diferente y especial al Parque, aunque a lo mejor alguien piense que
toda esa zona, está en un estado de abandono, pero creo que a veces
la naturaleza tiene derecho a tener su propio espacio.
Porque me
pregunto, ¿son mejor acaso esas variedades nuevas de larga
resistencia y de procedencia dudosa?
He hecho muchas
horas en el Parque en estos doce años y lo que más me gusta, es la
zona que está en su estado original, me encanta la sensación de
llegar y tener tierra bajo mis pies o mirar cada día la hierba, los
árboles y ver los cambios de cada estación.
Yo me crié en
terreno llano, donde la vista se pierde en el horizonte. Muchas veces
me he preguntado: ¿por qué es tan importante que haya cemento en
todas partes?. Y lo digo porque en las últimas obras del Parque creí
que harían algo en la línea de lo que había, pero supongo que
gracias a la crisis, optaron por la vía fácil, es decir, dejarlo
parecido a como estaba, afortunadamente.
He tenido una
larga temporada a mi perrito conmigo, y es la excusa perfecta para ir
varias veces al día al Parque y ver cómo los animales también lo
disfrutan.
Pero como no
todo es perfecto, el Parque tiene también tiene alguna cosa
negativa, aunque creo que lo negativo lo tenemos nosotros, los seres
humanos, que hacemos un mal uso de los servicios que el Barrio nos
ofrece. Como es la irresponsabilidad de algunos vecinos, que no
recogen las cacas de sus perros. Piensan desafortunadamente que
aquella zona es un basurero y no se dan cuenta que, lo que allí
dejan, allí se quedará durante días, hasta que la madre naturaleza
se encargue, y mientras tanto, los demás, tenemos qué seguir
viéndolo y oliéndolo.
Al hilo de todo
esto, estaría muy bien que el Ayuntamiento pusiera más papeleras, a
lo largo de los paseos de la zona de tierra, para hacer más fácil
la recogida de los excrementos y no tener que recorrer medio parque
para poder tirarlos a una papelera.
En estos años
el barrio ha cambiado mucho: la primera vez que vine era una niña,
pero la segunda en mil novecientos noventa y uno, recuerdo un barrio
más limpio, más tranquilo, diferente en definitiva.
Ahora el barrio
es una mezcla de nacionalidades que lo han cambiado todo, pero
supongo que aunque haya opiniones para todos los gustos, este es el
mundo en el que vivimos.
Pero yo me
pregunto muchas veces: ¿cómo nos ven ellos a nosotros?.
A mi me costó
mucho adaptarme y me pregunto si alguna vez nos ponemos en su lugar y
nos preguntamos ¿cuál es su día a día?; ¿cuáles eran sus
sueños?; ¿ y si alguno de ellos se ha hecho realidad?. Supongo que
no no lo hacemos muy a menudo, si no tal vez seríamos más
tolerantes.
Tal vez, ahora
que nuestros jóvenes se tienen que ir fuera, que se nos ha dado la
vuelta la tortilla, me viene a la memoria un verso de Calderón de la
Barca, de su obra “La vida sueño”.
Cuentan de
un sabio que un día
tan pobre
y mísero estaba
que solo
se sustentaba
con unas
hierbas que cogía,
¿Habrá
otro -entre sí- decía
más pobre
y triste que yo?
Y cuando
el rostro volvió
halló la
respuesta, viendo que
otro sabio
iba cogiendo
las
hierbas que él arrojó.
Ahora somos
nosotros los que tenemos que hacer las maletas e irnos, como ya lo
hicieron nuestros padres, que parece que nos olvidamos que alguna vez
nosotros también fuimos INMIGRANTES.
Y como decía
Calderón de la Barca:
¿Qué es
la vida? Un frenesí
¿Qué es
la vida? Una ilusión
Una
sombra, una ficción
y el mayor
bien, es pequeño
que toda
la vida es un sueño
y los
sueños, sueños son.
Este es un
pequeño homenaje a todas esas personas que un día tuvieron que
dejar, su lugar de origen, buscando una vida mejor.
CARMEN
RODRIGUEZ BLANCO